jueves, 29 de noviembre de 2012

Análisis de la tasa de suicidio en Grecia

Según anunció el Gobierno griego, 690 personas se suicidaron en el país heleno hasta agosto de 2012. Aunque este simple dato valdría para que muchos retuitearan sin parar, es preciso contextualizar para conocer si se trata de una cifra preocupante o si por el contrario se engloba dentro de la normalidad. 

En 2011 la cifra total de suicidios en Grecia ascendió a 927. Es decir, la cifra final de 2012 podría igualar a este dato y por lo tanto el número final de suicidios se estaría manteniendo de un año para otro. Sin embargo, lo verdaderamente preocupante llega ahora. En 2009 la cifra de suicidios alcanzó los 677. Vemos por lo tanto que en apenas un par de años las muertes voluntarias se incrementaron alrededor de un tercio en Grecia. Un 37% para ser más exactos. Se trata de un aumento impresionante que coincide con la fase más cruda de la crisis económica en el país heleno. 


No obstante, es necesario todavía determinar si la actual cifra de suicidios en Grecia es alta o baja en relación a la de otros países a pesar del terrible incremento que ha experimentado. Para empezar, hay que recordar que en España las cifras de suicidio superaron las 3.000 muertes en 2010. En Grecia esa cifra no alcanza el millar en 2011. Pero es preciso tener en cuenta la cantidad de habitantes en cada país para calcular así la tasa de suicidios. De este modo, en España, con más de 45 millones de habitantes, dicha tasa enuncia que alrededor de 6 personas de cada 100.000 habitantes se suicidó en 2010. En Grecia, cuya población que supera los 11 millones de habitantes, esta tasa se sitúa en 8,4 suicidios de cada 100.000 en 2011. De modo que la tasa de suicidios en Grecia en 2011, y presumiblemente en 2012, supera a la tasa de suicidios española de 2010 en dos puntos. 

También es necesario precisar que dicha tasa sigue siendo baja en relación a países como Francia, Japón, Corea del Sur o Cuba, en los que este ratio alcanza las 12 muertes por cada 100.000 habitantes. Los países de Europa del Este llegan incluso alcanzan incluso las 30 muertes de cada 100.000 habitantes. Por el contrario, no hay que olvidar que Grecia, como la mayoría de los países mediterráneos, históricamente ha gozado de tasas de suicidio muy bajas. De modo que hay que asumir que el incremento de la tasa de suicidios griega es muy preocupante aunque su ratio de suicidios sigue siendo bastante bajo en comparación con el resto de naciones de nuestro planeta.



Ante esto es preciso realizar dos aclaraciones. El primero de ellos es que no es la crisis económica la única culpable del aumento de la tasa de suicidios. Si bien es cierto que este incremento coincide en el tiempo con el alza de las tasas de suicidio en Grecia, la mala situación económica nunca puede ser el único factor que incite a quitarse la vida a un individuo puesto que un suicidio es un fenómeno multicausal en el que entran en juego multitud de condicionantes, desde el tratamiento que los medios de comunicación otorgan a este aspecto hasta los programas de prevención existentes.

El segundo punto en el que quiero hace énfasis es en la loable capacidad del Gobierno heleno para hacer frente al problema del suicidio difundiendo las cifras e intentando concienciar a la población de las preocupantes tasas de suicidios que se están alcanzando. En España, por el contrario, el suicidio es un tema tabú del que únicamente se habla cuando tiene lugar en circunstancias extraordinarias. De hecho, el Instituto Nacional de Estadística (INE) aún no ha publicado los datos de muertes por suicidio de 2011, por lo que para hablar de cifras sobre este fenómeno en nuestro país debemos remontarnos a 2010. ¿Es posible que se esté retrasando la publicación de estos datos para no preocupar a la población con una cifra que es especialmente usada por la izquierda para atacar al Gobierno por sus medidas de austeridad? ¿Cabe la posibilidad de que el Gobierno conozca ya la cifra de suicidios de 2011 y de que el aumento que posiblemente se haya producido sea tan grande como para preferir demorar su publicación? Muchos pensarán que sí, y tendrán sus razones para desconfiar. Yo opino que no, y la razón es sencilla. Los datos de 2010 se publicaron en abril de 2012, es decir dos años y pico después, y en esa ocasión los suicidios descendieron  respecto a 2009. Según el INE, los datos de 2011 se van a publicar en abril de 2013, es decir el mismo espacio de tiempo después que en el caso anterior. De modo que, por una vez, y sin que valga de precedente, pensando mal no hemos acertado.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Cuando rendirse no es una opción

La culpa fue de las matemáticas. Aún hoy lo sigo pensando. A veces por mi cabeza da vueltas la idea de que si hubiese tenido mejores profesores en esta asignatura, es posible, probablemente… ¿habría tomado otro camino

Obviamente también me atraían las letras. Y a pesar del sentimiento de oveja negra en una familia de ciencias, decidir matricularme en el bachiller de Sociales. Sufrí hasta la saciedad de nuevo con las dichosas matemáticas aplicadas, otra vez con un profesor que dejaba mucho que desear… De modo que decidí huir de los números a la hora de decidir a qué campo quería dedicar el resto de mi vida. Elegí el Periodismo.

“Buenas tardes, bienvenidos a la clase de Teoría de la Comunicación. Lo primero que quiero decirles es que se han equivocado de carrera…” Así me recibieron en la primera clase de mi primer día en la Facultad de Comunicación. Lejos de amedrentarme, persistí. Aprobé sin problemas y desde segundo de carrera no conocí la expresión “verano libre”. Trabajé cobrando una miseria e incluso trabajé gratis, siempre como becario o en prácticas.




Descubrir lo que era El País fue una de las cosas que me animaron a no desistir. Llegué a la facultad sin leer un periódico y salí de ella devorando cada día tanto El Mundo como El País. Pero para qué vamos a engañarnos, a mí me atraía mucho más El País. Los que nos definimos como “ni de derechas ni de izquierdas”, y a los que unos nos llaman fachas y otros rojos, solemos simpatizar con El País. Su historia, sus firmas, su modo de contar los acontecimientos, su aparente transparencia, su supuesto espíritu de compromiso. Es todo aquello que busca un estudiante de Periodismo que no traga a la extrema izquierda pero que jamás votará por el Partido Popular.

Sí, me fascinaba leer El País. De hecho me encantaba leerlo hasta hace un par de semanas. Pablo Ordaz, Enric González, Joaquín Estefanía, Soledad Gallego, Maruja Torres, José Yoldi, Santiago Carcar, Jesús Ceberio, Javier Marías, Mario Vargas Llosa, Ray Loriga, Rosa Montero, Almudena Grandes, David Torres, Ramón Besa… Formaban un equipo maravilloso. Muchos ya no están. Otros seguirán escribiendo para El País, pero ya no será lo mismo. O todos o ninguno. Además El País no puede seguir predicando una forma de hacer periodismo en la que se ha cagado directamente a través de un ERE demoledor basado en las mismas leyes rajoyanas que tantas veces ha criticado en sus páginas y editoriales.


No he mencionado a Ramón Lobo. Para mí algo más que un periodista. Un señor al que comencé a leer por casualidad en su inigualable blog Aguas Internacionales, al que seguí conociendo en su espacio web más personal, En la Boca del Lobo, y con cuyos artículos me deleitaba en las páginas de El País. Cuando comenzó toda esta tormenta del ERE, acusé por twitter al señor Lobo de no ser voraz en sus críticas contra un medio capaz de despedir a más de un centenar de profesionales. Me equivoqué. Dudé de la honorabilidad de un hombre de principios como él y me cerró la boca atacando a la yugular de los responsables un poco más tarde. Fue despedido junto a otros 128 trabajadores de El País.


Pero en otros espacios de prestigio como Jotdown le han acogido con los brazos abiertos. En esta revista Ramón Lobo escribía hace poco sobre lo sucedido, y no pude evitar emocionarme leyéndole cosas como estas: 

"Sin periodistas no hay Periodismo. Sin Periodismo no hay ciudadanía, ni crítica, ni democracia. Tampoco habrá beneficios. Ganarán los Wert, los poca cosa, los nada".
"Soy un número del ERE que afecta a 129 trabajadores de El País; solo somos parte de una limpieza étnica que ha liquidado a 8.400 periodistas en España desde 2008. Somos otra tribu, los sin trabajo, los sin red junto a casi seis millones de parados".
Y releyéndolo por enésima vez pego un puñetazo en la mesa con una mezcla de indignación y euforia. Yo también soy periodista, como Ramón Lobo. Yo también estoy en el paro, como Ramón Lobo. Y como Ramón Lobo, yo tampoco me voy a rendir. Porque como decía otro hombre de principios como Arturo Pérez Reverte, “ya que van a ganar los malos, al menos intentemos que les sangre la nariz”.

martes, 13 de noviembre de 2012

Los desahucios y la comunicación del suicidio

Cada día se suicidan de media en España tres personas, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2010, último año en el que este organismo ofreció cifras. No existe ningún otro modo de conocer de manera certera el número de suicidios que tuvieron lugar en 2011 y 2012, por lo que es posible que actualmente esa cifra media sea algo más baja, ya que la tendencia de las tasas de suicidio en nuestro país tendía a disminuir en dicho año a pesar de encontrarnos en plena crisis. Por otro lado, también es aceptable la teoría de que este dato supera actualmente de manera apreciable los tres suicidios al día, debido a que la crisis se ha acentuado y las condiciones de vida son peores. Pronto el INE ofrecerá los datos de 2011 y saldremos de dudas. En cualquier caso hablamos de que alrededor de 3.000 personas se suicidan al año en España. 

Hace tiempo analicé estos datos y su comparación con los accidentes de tráfico en una entrada en este mismo blog titulada Suidicios Silenciosos, y también profundicé en dicho tema con mi Trabajo Fin de Máster sobre la Comunicación del suicidio en España por parte de los medios de comunicación y los partidos políticos entre 2011 y 2012. Sin embargo, desde hace unos días se ha añadido un nuevo factor al panorama que durante tanto tiempo me he dedicado a analizar. Los desahucios.



En el presente mes de noviembre los medios de comunicación se han hecho eco de varios casos de suicidio que presuntamente tenían relación con un inminente desahucio. En todas las radios, los periódicos, las televisiones y los portales de internet han aparecido informaciones que probablemente nos hayan hecho creer que los suicidios están aumentando de manera considerable y que los desahucios son la causa principal de los mismos. Pues bien, ambas ideas son falsas. Ni los suicidios se han disparado respecto al verano, por ejemplo, ni los desahucios son la única causa que los motiva. 

Como apunté anteriormente es probable que en 2012 los suicidios hayan aumentado respecto a la cifra que en 2010 tendía a la baja. Pero es falso que en noviembre la tasa de suicidios se haya elevado notablemente. De 2005 a 2010 noviembre nunca estuvo entre los seis meses con mayor tasa de suicidios del año, ya que normalmente el alza de muerte voluntarias en un año tiene lugar en los meses que se encuentran entre marzo y agosto. De modo que resulta altamente improbable que de la noche a la mañana un mes con cifras de suicidio históricamente bajas se sitúe a la cabeza de dicho ranking.

Por otro lado, en lo que respecta a la relación entre suicidio y desahucio, es preciso señalar que el suicidio es un fenómeno multifactorial en el que resulta muy difícil, cuando no imposible, determinar la causa exacta que lo ha produjo. Por supuesto, los casos que hemos vivido con dramatismo en los últimos días pueden haber estado relacionados en parte con esta causa, ya que las víctimas se veían condenadas a vivir en la calle. Pero la aparente causa principal de un suicidio casi nunca es ni la única ni la más importante motivación que ha incitado a una persona a quitarse la vida.
Resulta peligroso y muy arriesgado que los medios simplifiquen las causas del suicidio. El efecto contagio que se puede producir entre la población si las informaciones al respecto no cuentan con rigor, veracidad, exactitud y ética son impredecibles. Está claro que es positivo que el suicidio, un tema tan importante en cifras de muertos desde hace décadas, salga a la luz. Incluso Mariano Rajoy habló de ellos como “hechos dramáticos”, un hito en la comunicación política del suicidio en España. Sin embargo, cabe preguntarse si la forma en la que dicha comunicación se lleva a cabo está siendo la adecuada, tanto en los medios como en el plano político.

Una importancia excesiva, la situación de las noticias de suicidios en la portada de los periódicos y los telediarios, el sensacionalismo, los prejuicios, la difusión de datos e imágenes escabrosas o la simplificación de las causas que motivan tal fenómeno pueden provocar que los suicidios de este tipo aumenten de manera considerable, lo que propiciaría la reaparición del debate de si es correcto que los medios y los políticos traten este tema debido al mimetismo que pudiere producir (ver efecto Werther). Y la respuesta es que si la comunicación del suicidio se lleva a cabo de manera ética y veraz, los suicidios pueden llegar a reducirse. Sin embargo si persiste el tratamiento erróneo que hasta ahora se está produciendo en los medios, las tasas de suicidio se dispararán y la falsa teoría de que los medios no deben hablar de este tema se difundirá. De modo que es preciso profundizar en la comunicación del suicidio, pero teniendo en cuenta el modo en el que ésta se desarrolla.

martes, 6 de noviembre de 2012

Pérez Reverte, un tipo en extinción

Puede que a algunos les resulte difícil elegir, pero a mí me resulta sencillísimo. Prefiero que Arturo Pérez Reverte me muestre su forma de ser desde el primer momento (me guste o no me guste) a verme obligado a contemplar su verdadero yo cuando menos preparado esté para asimilarlo.

Y es que a nadie le debe sorprender que este caballero hable con franqueza cada domingo desde su columna en el XL Semanal y desde sus más de cuatro horas domingueras con las que nos deleita en twitter. Sobre todo con esto último. Pérez Reverte alegra la tarde a unos y se la agua a otros con sus tuits siempre sinceros (y si no, que se lo digan a Anasagasti). Puede que en ocasiones se pase de la raya y puede que en otras se cague directamente en dicha raya, pero lo que nunca hace Pérez Reverte es sobreactuar, eso que tanto le gusta hacer a políticos como Soraya Rodríguez, Esteban González Pons, Eduardo Zaplana o Pepiño Blanco (entre miles y miles más).



Entre balazos de la izquierda y la derecha. Entre gritos de rojo y fascista. En medio de esa batalla Pérez Reverte camina despacio mirando con desprecio a unos y a otros. Parándose sólo a hablar con aquellos que se desorientan entre tanta pantomima, en absoluto incitándoles a seguirle, sino invitándoles a pensar. Cada domingo los tuits de este sesentón nos recuerdan que sigue habiendo un espacio que no está dominado por ningún elemento del poder político económico. Puede de hecho que dicho poder se aproveche del discurso de Pérez Reverte para ejemplificar su total imparcialidad y alejamiento del trabajo de los medios. Puede que las ovejas negras como este señor sirvan para que el resto del rebaño piense que son libres aunque no lo sean. Y es que tampoco hay mal que por bien no venga.

Para los que hemos leído todos los libros y todos los artículos semanales de este cartaginés desde hace años, a veces nos resulta complicado juzgar sus actos. Es difícil evaluar qué ha hecho mal un hombre con el que te muestras de acuerdo a rabiar cada vez que lo lees. Su cabreada ironía refleja a la perfección lo que muchos vemos y no sabemos conformar con palabras. Su idea de España como una amante puta a la que tanto hemos querido y que tantas veces nos ha cagado en la cara que nos hace buscar en otras (Francia o Inglaterra son atractivas) lo que en ella no encontramos. Y aunque queramos soltarnos seguimos atados a España, tan sujetos por ella como sujetos a ella. Estas ideas conmueven y emocionan a aquellos que durante mucho tiempo llevamos sintiendo lo mismo sin darnos cuenta hasta que viene este señor y te lo escribe.



Juan Gómez Jurado explicaba a la perfección en una entrevista en Jot Down lo que es Pérez Reverte: 

Arturo es un genio. Es una de las principales plumas de este país, un grandísimo escritor, un gran periodista y una persona que ha construido un personaje que a mí me parece honesto. Es decir, un personaje en el que él mismo se ha acabado convirtiendo porque, como decía Oscar Wilde, “cuando llevas mucho tiempo puesta una máscara, la máscara acaba convirtiéndose en la cara”. Arturo no ha cambiado de forma de pensar desde que es Arturo. Entonces, entiendo que eso es una forma honesta de trolear. No lo hace por llamar la atención, sino porque él es así.
El gran Joaquín Sabina era más breve pero quizá más claro e incisivo al hablar sobre él en la misma revista:
Un gran tipo. No lo conozco personalmente. Me gustan sus Alatristes y también sus exabruptos y esas opiniones suyas dirigidas a mandar a tomar por el culo a casi todo el mundo.
Si en el mundo existiera más gente como este señor quizá no seríamos más felices, ni más solidarios, ni siquiera más eficientes. Pero estoy seguro de que nos convertiríamos en seres valientes, honestos y cultos, tres cualidades que bastarían para arreglar muchos elementos de esta ajironado mundo.